domingo, 6 de noviembre de 2011

Evolución Lamarckista

Hoy vamos a hablar un poco de biología. De una teoría de la evolución anterior a Darwin en concreto. Es el Lamarckismo, una hipótesis muy importante para el desarrollo de las que vinieron a continuación.

Aunque ya los griegos habían formulado hipótesis de cambio gradualista en los seres vivos, no fue hasta el siglo XIX cuando Lamarck (1744 – 1829) formuló la primera teoría de evolución biológica de forma estructurada, exponiéndola de forma extensa. En su obra, Lamarck considera que la naturaleza tiene tendencia natural hacia la complejidad y el progreso; siendo consecuencia de esta tendencia la transformación de las especies. Por ello, recibió el nombre de teoría transformista. Propone dos mecanismos de cambio:

Progreso: los seres vivos cambian necesariamente a lo largo del tiempo, acomplejándose. De esta forma, los organismos simples tienden a crear órganos más complejos, escalando en la cadena del ser. El lugar dejado por estas especies sería llenado por nuevas formas elementales generadas de forma espontánea (Lamarck defendía la abiogéneses como origen de la vida).

Adaptación: las condiciones ambientales varían periódicamente, por lo que los organismos deben modificar sus hábitos y adaptarlos a sus nuevas necesidades. Estas modificaciones producirían alteraciones en la estructura del organismo, que se transformaría siguiendo dos leyes:
  • Ley del uso y el desuso: el uso reiterado de un órgano lo agranda y lo acompleja, mientras que el desuso lo atrofia. Así, el cuello de las jirafas se alarga para alcanzar las hojas altas de las acacias, mientras que los ojos de los topos pierden visión por ser innecesarios bajo tierra.
  • Ley de la herencia de los caracteres adquiridos: las ganancias o pérdidas de órganos se transmiten a la descendencia: los hijos de la jirafa nacen con el cuello más grande, mientras que los hijos del topo tienen los ojos más reducidos.
Por todo esto, es considerada una teoría del tipo funcionalista: es la función del órgano la que determina su estructura, y no a la inversa. En este aspecto, se oponía a la selección natural de Darwin, ya que esta última tenía carácter estructuralista: era la estructura del órgano la que motivaba su función.

Según Lamarck, la acumulación de todos estos cambios generaría una nueva especie. Con todo, la teoría tiene fallos. En primer lugar, la idea del uso y el desuso. Son los genes los que producen los cambios en la forma de las especies, no su estilo de vida. En segundo lugar, la idea de la abiogénesis aplicada al progreso de los seres vivos. Y en tercer lugar, la ley de la herencia de los caracteres adquiridos. Si a un animal se le corta, por ejemplo, una oreja, sus descendientes nacerán con ella, a pesar de lo anterior.

A pesar de sus fallos, esta fue una teoría muy importante. Repercutió en el pensamiento científico de la época, inculcando la idea de la evolución. Además, de todas las teorías evolucionistas que existían hasta ese momento era la más detallada, basándose en argumentos bastante aceptables. Fue, sin duda, un paso importante en la mentalidad científica del siglo XIX.